Las naves industriales son edificaciones cuyo principal objetivo es albergar actividades productivas, comerciales o de servicios. Estas actividades, usualmente necesitan espacios de gran tamaño, tipos de instalaciones específicas y condiciones de seguridad adecuadas que les permitan operar eficientemente.
Las naves industriales son construcciones de vital importancia en diversos sectores, ya que les permiten a las empresas tener acceso a estas características. Al mismo tiempo, destacan por contar con una estructura resistente, un techo alto y una distribución ampliamente flexible. De esta forma, las naves industriales tienen la capacidad de adaptarse de manera adecuada a una gran cantidad de industrias diferentes, así como también a las necesidades individuales que requieren las mismas.
En este artículo, podrás descubrir todo lo que necesitas saber acerca de las particularidades que ofrecen las naves industriales a nivel arquitectónico para las diferentes empresas, así como también sus costes y rentabilidad.
Características arquitectónicas y constructivas
Las naves industriales se clasifican en función del tipo de estructura que poseen, la cual puede ser metálica, de hormigón o una mezcla de ambas. La más común es la estructura metálica, que ofrece ligereza, velocidad de montaje y versatilidad. En contraste, la estructura de hormigón ofrece mayor resistencia y durabilidad, pero es más costosa y pesada.
En cuanto a los materiales más utilizados para la construcción de las naves industriales se encuentran el acero, el hormigón, la madera, el vidrio y el aluminio. Cada uno de estos se aplica para diferentes objetivos y áreas de la edificación, por ejemplo, para la estructura, los revestimientos, las vigas, las fachadas, etc.
Por otro lado, la altura de los techos de las naves industriales puede ser diferente según el tipo de actividad que se desarrolle en su interior, así como también según las normativas vigentes. En general, tienen una altura mínima de 6 metros, aunque puede aumentar hasta 12 metros o más.
Diseño y adaptabilidad
El diseño de las naves industriales debe considerar las características del terreno, la accesibilidad, la funcionalidad, la eficiencia energética y la estética. De esta manera, las empresas pueden aprovechar al máximo el propósito de la estructura, al brindarles la comodidad, la seguridad y la sostenibilidad que necesitan.
Además, las naves industriales también deben ser diseñadas teniendo en cuenta las diferentes necesidades y tipos de industria. Esto se logra a través de procesos como la modulación, la prefabricación y la ampliación, las cuales son técnicas que permiten a las naves industriales adaptarse a cada empresa y a los cambios del mercado.
Esto hace que existan diversos tipos de naves industriales, que se clasifican dependiendo del sector al que pertenecen, el uso que se les da y la forma que tienen. Por ejemplo, según el sector, existen naves industriales manufactureras, logísticas y de servicio; según el uso, existen naves industriales de producción, de almacenaje y de actividades mixtas; y según la forma, existen naves industriales adosadas, aisladas y en hilera.
Costes y rentabilidad
Los costes asociados con la construcción y la operación de las naves dependen de numerosos aspectos, como el tipo de estructura, los materiales, el diseño, la ubicación, el tamaño, la calidad y el mantenimiento que se requiere. Usualmente, se estima que la construcción de una nave industrial se encuentra entre los 300 y 600 euros por metro cuadrado, sin considerar las especificaciones de cada proyecto.
Además, el coste de operación de una nave industrial incluye los gastos de energía, agua, seguridad, limpieza, impuestos, seguros, personal, entre otros. Por lo tanto, estos gastos pueden representar entre el 5% y el 10% del valor de la nave, en función de su uso y su eficiencia.La rentabilidad que ofrecen las naves industriales a los inversores y las empresas que las utilizan, depende completamente de la demanda, la oferta, el precio, el rendimiento y el riesgo del mercado inmobiliario a nivel industrial. Sin embargo, son un activo que proporciona diversos beneficios como la diversificación y la estabilidad.