En uno de esos cafés clásicos, en los que aún se juegan partidas de dominó, mi amigo Rubén les propuso un juego a los cuatro que se encontraban en una mesa.
Se apropió de una ficha, cogida al azar, y les dijo que colocasen en una fila, casándolas, las 27 restantes. Se alejó de la mesa para no poder ver lo que hacían. Cuando terminaron les dijo, desde el lugar en el que se encontraba, los tantos de cada extremo de la fila de fichas.
¿Cómo lo hizo?
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Solución
Los que no sean capaces de resolver el problema o quieran comprobar si su solución es válida, pueden leer lo que viene a continuación:
Con las 28 fichas del dominó se puede, después de casarlas, construir un cuadrado. Si se quita una cualquiera de las fichas las demás se pueden colocar en una fila que, obviamente, no se puede cerrar.
Rubén examinó los extremos de la ficha que había cogido. Esos extremos coinciden con los de las fichas colocadas en el principio y fin de la fila. De esa forma mi amigo no tuvo ninguna dificultad en averiguar lo que había propuesto.