Se conocieron en una boda. Los invitó un amigo común. Coincidieron en una misma mesa los cuatro, maridos y mujeres. Hablaron, se rieron, quedaron en volver a verse algún día. Y hoy coincidieron ellas en la calle. Se saludaron, volvieron a hablar y a reírse. Una le dijo a la otra: venid cualquier día a tomar un café. Una frase típica y tópica, de esas que se repiten en múltiples ocasiones sin analizar su contenido, sin pensar en las consecuencias de lo que encierra.
A tomar un café sin avisar
Pasó una semana y los invitados decidieron hacer efectiva la invitación. No tenían el número de teléfono de los amigos eventuales por lo que se decidieron a presentarse en la casa sin avisar. Llamaron a la puerta. Esperaron un momento. Volvieron a pulsar el timbre. Les abrió la mujer. Tenía el pelo revuelto y los ojos entornados. Estaba sola y durmiendo la siesta. «¿Venimos en mal momento?», inquirió la invitada. «No, que va, pasad, pasad… ¿Qué queréis?», dijo la somnolienta. «Venimos a hacer efectiva la invitación. A tomar el café», dijo el marido de la invitada. El resto… os lo podéis imaginar. Al final tomaron un café caliente en un ambiente frío. Se fueron a media tarde. Está claro que la mujer de la casa no les dijo «volved cuando queráis».
Cuidado con decir venid cualquier día a comer
Peor todavía es la también típica y tópica frase venid cualquier día a comer. ¿Os lo imagináis? Aparecen cinco minutos antes de sentaros a la mesa. Dos platos, dos vasos y la comida justa. Un café o dos son fáciles de servir, pero una comida… Si hay un jamón, se pueden cortar unas lonchas. O freír un par de huevos. Pero eso no cumple las expectativas. Y ya sabéis que hay personas que toman todo al pie de la letra, que vienen sin avisar, como si tu casa fuese una fonda. Ya sabes, piensátelo antes de invitar. Mejor, analiza las frases antes de pronunciarlas. Hay muchas personas que no conocen las normas de educación, que no saben que avisar antes de ir es necesario y obligatorio. También hay otras que invitan, pero nunca dicen cuando…