Lo recibí en un mensaje de correo electrónico, hace ya bastante tiempo, con otro título y con letra grande, muy grande, no sé por qué ya que a pesar de ello tengo que pegar la cara a la pantalla para leerlo. Le cambié el título, cincuenta años me parecían muy pocos. Soy de los que ha pasado la barrera y, en consecuencia, me identifico con muchas de las sentencias que aquí se dictan. De niños a adolescentes, de adolescentes a jóvenes, de jóvenes a maduritos, de maduritos a ancianos, y de ancianos a niños otra vez. Quiero volver a ser niño, aunque me quede algún tiempo para ello. Quiero volver a no pensar en el futuro, solo en el presente, en el presente del instante que estoy viviendo. Quiero no tener responsabilidades. Quiero no pensar. Quiero hacer, sin necesidad de justificarme. ¡Quiero vivir sin preocupaciones! ¿Será posible?
- Te importa un comino el curriculum.
- Si eres parte de un grupo de rehenes, serías de los primeros en ser liberado.
- Nadie te pide que entres a rescatar personas de un edificio en llamas.
- La gente ya no te considera hipocondríaco … ahora sí estás enfermo.
- No temes los batacazos en el largo y difícil camino de la vida… casi todos ya te los has dado.
- Tu inversión en seguros médicos comienza a rendir frutos.
- Tus articulaciones pronostican el tiempo mejor que los meteorólogos.
- Tus secretos están seguros con tus amigos … ellos tampoco los recuerdan.
- Tu rotación de neuronas activas llegó, por fin, a una cantidad manejable.
- Puedes vivir sin sexo…, pero no sin tus gafas.
- Si haces una fiesta, tus vecinos ni se enteran.
- La ropa que te compras ya no pasa de moda.
- Los pecados capitales han cambiado…
- Dentro de un rato no recordarás en dónde has leído esto, pero tampoco te importa.
- Si sales del retrete con los zapatos salpicados, no es porque llueva dentro, y no pasa nada. Ha sido un problema de puntería.
- Te puedes levantar a la hora que quieras, si no tienes nietos a los que dar el desayuno o llevar al cole.
Y aún hay más…