No, no es un árbol, es una casa, pero sus inquilinos se creen que están viviendo en un árbol. A pesar de que dispone de 914 metros cuadrados de superficie, repartida en diferentes alturas, cada una con una placa, 21 en total, que actúa a modo de suelo. Los promotores del proyecto han ideado un conjunto para nómadas que viven en su propia casa. El conjunto transparente se encuentra en un barrio tranquilo de Tokio. ¿Te imaginas viviendo en él? Los transeúntes verán lo que tú y tu familia estáis haciendo en cada momento, lo ven todo, absolutamente todo. Es «una unidad de separación y coherencia», una casa que actúa como una habitación individual en una colección de habitaciones.
Sólo hay subir o bajar un escalón para cambiar de actividad. Eso no significa que no existan espacios íntimos, lugares en los que los inquilinos deciden estar cerca. También hay espacios para que se distribuya un amplio grupo de personas. Los autores de la construcción son Sou Fujimoto Architects.
Esto es lo que dice uno de los responsables de Sou Fujimoto sobre este edificio: «El punto intrigante de un árbol (se refiere a la casa) es que estos lugares no están herméticamente aislados sino que están conectados el uno al otro en su relatividad única. Para escuchar la voz de uno desde el otro lado o en la parte de arriba sólo hay que saltar a otra rama. Un debate tiene lugar a través de sucursales, por parte de miembros de distintas ramas. Estos son algunos de los momentos de gran riqueza que se encuentran a través de esta forma de vida en un espacio denso».
He encontrado la información que me ha servido para escribir este artículo en Arch Daily. Lo escribí en el mes de mayo de hace dos años. Ahora, tras efectuar una revisión de las publicaciones en Batiburrillo.net, lo he redescubierto, y lo he traído de nuevo a portada. Han pasado más de dos años y no sé si el edifico sigue en pie, seguramente sí. Pero aunque así no fuera, nadie puede discutir la originalidad de la construcción y de los inquilinos que la habitan.