El sol calienta. El cielo está despejado. Faltan solo cuatro días para que llegue el verano (la foto es de ayer). Sale a la calle, cazadora con las mangas recogidas, pantalones bajo la rodilla, sandalias descalzas (o casi). Alguna que otra nube salpica el azul celeste con manchas blancas.
Sigue haciendo calor. Pasea tranquilo por el parque. Los pajarillos cantan. Es domingo y hay muchas personas disfrutando de una típica mañana del mes de junio. El cielo está cada vez más algodonado, las nubes están ocultando el azul. Se levanta un ligero viento. Por el horizonte se acerca una cortina de tibia lluvia. ¿Qué hacer para no empaparse?
Ya lo veis. No sé de donde sacó esa hoja inmensa (¿berza gigante?). Tal vez la encontró en el parque, o en el cañaveral del valle (no creo, porque solo hay cañas).
Lo arrancó y lo convirtió en un paraguas. Siguió con su cazadora con las mangas recogidas, con los pantalones bajo la rodilla, con las sandalias descalzas, pero con su cabeza protegida, impidiendo que la lluvia le lave el rostro y le moje el pelo, o la calva, no lo podemos ver. Yo quiero un paraguas como este, ¿y tú?
Imagen obtenida del Twitter de Ben Matthew Wong